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Fiesta llamada “de las Candelas” o de “la Candelaria”, tiene una estrecha relación con la rosca de Reyes que se disfruta el 6 de Enero, ya que aquéllos a quienes les tocó el niñito en la Rosca serán los encargados de vestir la imagen del Niño Jesús y presentarlo en la iglesia este día, en el cual se lleva a cabo la bendición de las imágenes y de las velas; los compadres por su parte, agradecerán a los padrinos esta atención con los ya muy tradicionales y deliciosos tamales.
Esta celebración estriba en el hecho de cuando Jesús fue presentado en el templo. La ley mosaica prescribía que toda mujer que hubiese dado a luz tenía que permanecer en su casa durante 33 días más, para purificarse a través del recogimiento y la oración. Al llegar esa fecha debía presentarse con su esposo en el santuario para llevar la ofrenda, un cordero y una paloma; así también al pequeño, sobre todo si se trataba de un hijo varón primogénito, para consagrarlo a Dios.
Así lo narra San Lucas; en aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que adoraba a Dios y esperaba la liberación de Israel. El Espíritu Santo estaba con él y le había hecho saber que no moriría sin ver antes al Mesías, a quien el Señor enviaría. Guiado por el Espíritu Santo, Simón fue al templo y cuando los padres del niño lo llevaron también a Él, para cumplir con lo que la ley ordenaba, Simeón lo tomó en brazos y alabó a Dios diciendo: “Ahora, Señor, tu promesa está cumplida; puedes dejar que tu siervo muera en paz porque he visto la salvación que haz comenzado a realizar a la vista de todos los pueblos, la luz que alumbrará a las naciones y que será la honra de tu pueblo Israel”. Lc. 2,22-40

Somos lo que pensamos la mayor parte del tiempo. Si nuestros pensamientos son por lo general negativos, actuamos en forma negativa; si, por el contrario, predominan en nuestra mente los pensamientos positivos, nuestro comportamiento será positivo también.
En nuestra mente fabricamos nuestro destino. El destino es el producto final de cada pensamiento que brote de nuestra mente, de cada obra que surja de nuestras manos. Puede ser de alta calidad o puede ser inservible como producto chatarra.
La calidad de nuestra vida la determina la calidad de nuestros pensamientos.
La dirección de la mente es más importante que su progreso.