Jueves Santo:
Conmemoración referente a la Pasión de Jesucristo, esto es, los hechos significtivos que le condujeron a la Cruz. Cada etapa que conforma este calvario es la demostración ejemplar de amor y fe entre el Creador y su obra. Durante la Última Cena. Jesús entrega simbólicamente su cuerpo y sangre para sellar la alianza con el hombre y el perdón de sus faltas; sin duda el acto más inportante de este día es la institución de la Sagrada Eucaristía. Antes de la Cena, en una gran lección de humildad lava los pies de sus discípulos, incluso los de judas Iscariote, aún conociendo su traición.

Viernes Santo:
Profunda reflexión que cierra este periodo de 40 días. Se conmemora el momento en que Cristo, trae enorme sufrimiento por el perdón que ha solicitado para la humanidad, muere en la Cruz y baja a la Tierra con semilla que germina. Es necesario morir para renacer, despojarse de lo que ya no se requiere para dar lugar a la renovación.

Sábado de Gloria:
En la noche de este día se lleva a cabo una vigilia, en la cual se celebra el gran milagro de la resurreción de Jesucristo como parte de la misma; se bendice el fuego, que simboliza la luz de Cristo al resucitar en medio de las tinieblas del pecado del mundo como única luz y guía: también se bendice el agua que el mismo Dios creó para purificar cuerpo y alma. Es una noche Santa para todos los católicos que escuchan la invitación que Jesús hace; resucitar con Él renovando el compromiso que se recibe al ser bautizados.

Domingo de Pascua:
Para continuar con el festejo de la resurrección, el Domingo de Pascua, durante la Eucarístía, los cánticos retoman los sonidos alegres que se mantuvieron de luto desde el Viernes Santo. De esta manera se proclama el triunfo de Cristo sobre la muerte.

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