En la parroquia vecina, Hermenegildo vive solo con su viejo perro. Un día el perro muere y Hermenegildo va a ver al cura para decirle: “señor cura, mi viejo perro ha muerto y me gustaría que usted dijera una misa por él”

El cura le responde: no podemos hacer funerales para un animal en la iglesia, pero hay Bautistas en el otro lado de la parroquia. Quizás ellos puedan hacer algo por esta creatura.

Hermenegildo le dice: voy a ir en este momento, ¿cree usted que si les doy $5,000.00 será suficiente para el servicio?
El cura exclama: Dios mío, ¿porqué no me dijiste que tu perro era católico?

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