En transcurso de la revolución rusa el físico matemático Igor Yevgenyevich Tamm, Premio Nóbel en 1958, fue apresado por un grupo de anticomunistas que creyeron que era un agitador comunista. Cuando lo llevaron a su jefe éste le preguntó a que se dedicaba para ganarse la vida y Tamm le constató que era matemático. –Esta bien-, dijo el jefe mientras se colocaba las granadas y cartucheras alrededor del cuello, -determina correctamente el error que se produce cuando la aproximación mediante series de Taylor a una función se trunca a partir del término n-esimo, si lo haces te dejaré libre, si fallas te fusilaré-. Con pulso tembloroso Tamm calculó lo que le pedía escribiendo con sus dedos en el polvo. Al acabar, el cabecilla echó una rápida mirada al resultado y lo dejó ir.

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