Monthly Archives: octubre 2011

Muchos es quejan de la vida, atribuyéndole todo lo malo que les pasa. No se dan cuenta de que la vida es un camino neutral donde el hombre libra sus batallas contra el mal y donde puede allegarse el bien.
De nosotros depende el resultado final. O nos dejamos derrotar por el mal y padecemos las consecuencias, o aprovechamos el bien y lo usamos como escudo en nuestra lucha contra el mal.
De lo anterior se desprende que podemos hacer de nuestra vida lo que queramos. La elección está en nuestras manos. Una buena vida significa vencer al mal; una mala vida significa ser víctima del mal, significa haber perdido la guerra contra el mal; o peor aún, haberse rendido sin luchar.


Teotihuacán fue lea primera gran manifestación urbana del continente americano y desde el 200 a.C. hasta el 700 d.C. se convirtió en la ciudad más importante de Mesoamérica. Las mejoras técnicas en agricultura, basadas fundamentalmente en la canalización de las aguas, hicieron posible una gran concentración de población que serviría de sostén económico de la ciudad y recursos humanos para las grandes construcciones públicas.
De ciudad creada por los hombres se convierte en ciudad donde nacen los dioses. Así la concibieron e incorporaron a sus mitos los pueblos nahuas que, como los mexicas, veían en la antigua metrópoli el lugar donde había surgido el quinto sol por el sacrificio de los dioses. La mayor contribución de Teotihuacan fue establecer las características definitorias de la ciudad sagrada mesoamericana. Toda ella constituye una gran tribuna de difusión cultural y comercial. La amplia Avenida de los muertos (Miccaotli) con las grandes pirámides del Sol y de la Luna era eje grandioso, en torno al cual se levantaban construcciones palaciegas y templarias, mientras las áreas habitacionales se situaban en los barrios de las afueras (Atetelco, Tetitla, Tepantitla).
El arte teotihuacano expresa de forma grandiosa la concepción estatal mesoamericana que encontraría eco en lugares tan alejados como Monte Albán, El Tajín o Tikal.

La humildad es el origen de todo bien, así como el orgullo es el origen de todo mal.

Tener humildad no es indigno, por el contrario, es señal de fortaleza mental y espiritual. Es reconocer que no somos perfectos, que no somos infalibles. La humildad es el punto de partida del perfeccionamiento personal, pues sólo es perfectible quien no se considera perfecto, quine reconoce su fragilidad humana y sus yerros.
Pero la humildad, para que sea una virtud, debe ir siempre acompañada de una fuerte dosis de autoestima. De otra manera sólo será complejo de inferioridad y no representará un avance en el desarrollo de la persona, más bien será un grave defecto que le puede impedir alcanzar el éxito.


Ingredientes:
1 litro de agua
1 taza de lentejas
1 cdata. de consomé en polvo
2 zanahorias (cortadas en cuadritos)
2 tallos de apio
3 cdas. de aceite
3 dientes de ajo (picados)
1 cebolla (picada)
2 jitomates (asados y molidos)
1 manojo de espinacas (finamente picadas)
Sal

Preparación:
Se ponen a cocer en el agua las lentejas con el consomé. Ya que están cocidas, se le agregan las zanahorias y el apio. En una cacerola con el aceite se fríe el ajo, la cebolla y cuando estén acitronadas, sin que se lleguen a dorar, se agregan los jitomates y se fríe todo por tres minutos. Esta salsa se pone en la olla de sopa, incorporando más agua y las espinacas bien lavadas. Se prueba de sal y si necesita se le añade otro poco de consomé. Se deja hervir todo junto por cinco minutos, se tapa y se retira del fuego.